Diamantes, los mejores amigos de las mujeres. Y ladrones. Tres minutos bastaron para robar 10 kilos de diamantes en la pista del aeropuerto Zaventem de Bruselas. Como en una película de acción, o quizás en la saga de La Pantera Rosa, todo sucedió en una secuencia rápida. Sin derramamiento de sangre. Sin balas. Un trabajo limpio. Trabajo de profesionales disfrazados de policías, que llegaron a bordo de dos furgonetas con luces intermitentes, después de haber roto la valla en la parte occidental del aeropuerto, cerca del Ring, la circunvalación de Bruselas, cerca de algunas obras. Un bombardeo de ocho hombres. Encapuchados, armados con ametralladoras automáticas, equipados con visores láser y una maldita sangre fría. Inmediatamente tragado por la oscuridad con 120 bolsas de piedras preciosas y oro. Los asaltantes desaparecieron en un instante, en la misma oscuridad de la que se habían materializado, dejando tras de sí un rastro de preguntas y leyendas. No es casualidad que las estimaciones del botín robado alcanzaran incluso los 350 millones de euros, que luego fueron reducidos a 40 millones por el Centro del Diamante de Amberes, que citó fuentes fiables para su apoyo. Gemas en bruto, se ha dicho. Todo aún por inventar en sus mil facetas.
Teóricamente no vendible en el mercado oficial. Su valor, también por este motivo, es realmente difícil de establecer. Los testigos describen cómo el comando se dirigió inmediatamente hacia el avión de Swiss Air, con los pasajeros ya a bordo, pocos minutos antes del despegue hacia Zúrich. Los transportistas de efectivo de Brink acababan de terminar de cargar el compartimento superior cuando los ocho salieron de los coches y los inmovilizaron. Y con ellos también el piloto y el copiloto. A los cuatro rehenes, atónitos, sorprendidos, incrédulos, no les quedó más que ver a los ladrones derribar las puertas de la zona de carga, tomar posesión del tesoro y alejarse rápidamente, en la misma dirección de donde habían venido. No muy lejos, la policía local encontró quemado uno de los dos vehículos utilizados en el robo. Pero no es la primera vez que el aeropuerto de Zaventem, cruce de riquezas también por su proximidad a Amberes, capital mundial de los diamantes, es vulnerado. Según las páginas de los periódicos locales, ha habido al menos cinco episodios desde 1995 hasta la actualidad. El 31 de octubre de 2000, por ejemplo, otra furgoneta de Brink’s-Ziegler fue atacada mientras trasladaba quince kilos de diamantes a un avión de Lufthansa con destino a Frankfurt. En aquel caso, los delincuentes consiguieron apoderarse de piedras preciosas por valor de unos 6,5 millones de euros. Pero ayer por la tarde, a las 19.47 horas, se produjo el incendio en el aeropuerto nacional belga. Y ahora, a medida que se llevan a cabo más investigaciones sobre el episodio, surgen preguntas sobre la verdadera identidad de los asaltantes que llevaron a cabo el ataque.