La historia de una de las casas de joyería fina más blasonadas en América: Bayco ♦
Hace cuarenta años, el iraní Gema comerciante, Amir Hadjibay, fue la primera rueda del motor que ha provocado Bayco. Después de un pasaje a la India e Italia, en 1981, sus hijos, Maurice y Giacomo (escrito solo en italiano) han puesto en marcha la empresa que tiene su sede en Nueva York, en el centro, y desde 1994 comenzó a producir su propia joyería. Ahora es el turno de Marcos y Manuel, de tercera generación, pero la idea básica es la misma: «Hacemos joyas para reyes y reinas», dice James Hadjibay, co-CEO de Joyas Bayco.

No es una proclamación solamente teórico: las joyas de Bayco son lo último, y por supuesto, son caros incluso para los nobles del planeta. Todo lo que es un patrimonio del patriarca Amir Hadjibay, que comenzó a viajar entre Irán y la India, para visitar maharajá y tratar grandes piedras que formaban parte de su patrimonio. Piedras solamente para la joyería única: hermanos Hadjibay decidió desde el principio que sólo crearían joyería de uno-de-uno-bueno. Obviamente, el nivel más alto: no acaba de ser utilizado diamantes, rubíes, esmeraldas, zafiros. Las piedras deben ser excepcionales.

Las joyas de Bayco son únicas y muy caras: el precio supera fácilmente el millón de dólares. Para proteger esta singularidad, Bayco no presta joyas a las celebridades para desfilar en la alfombra roja durante festivales o cenas de gala. «Sería un insulto para aquellos que han pagado todo ese dinero por nuestras joyas y se sienten un paso por encima en comparación con las actrices y cantantes», explicó Marco Hadjibay. En resumen, estas joyas son preciosas y exclusivas.

Estilo. Bayco mezcla tendencias viejos y nuevos: sus obras son a menudo influenciados por el periodo Mogul, los reyes musulmanes que gobernaron el norte de India durante tres siglos. Joyas magnífico, resistiendo a las modas, y son un activo para el futuro, además de ser de rara belleza. Por otro lado la antigua experiencia gemológicos de la familia no se ha perdido: es parte de su ADN. Matilde de Bounvilles




