En Nueva York, una actividad comercial que supere los diez años de vida es una excepción. Superar los 20 significa convertirse en una institución. Alcanzar la marca de 30 años lo convierte en una leyenda. Y esta es la historia de Karen Karch, una texana que se mudó a la ciudad del Atlántico y, luego de asistir a la Parsons School of Design, comenzó a trabajar con joyería. Inicialmente con un laboratorio llamado Push en 1996 en NoLita (al norte de Little Italy, un área de Manhattan). En 1989 fundó la empresa de joyería que lleva su nombre. La experiencia también ha favorecido la libertad creativa, también gracias a la producción de joyas a medida.
Ella misma define su propio estilo contradictorio, entre influencias que incluyen referencias góticas y victorianas, junto con un enfoque pop desenfadado. También define su marca como amigable con LGBT. Finalmente, Karen utiliza diferentes materiales: desde plata hasta oro, platino, pasando por diamantes y gemas de colores. Como cualquier otra empresa de joyería, la diseñadora ha optado hace mucho tiempo por confiar la venta de sus joyas a la web, en su sitio web y a través de otros marketplaces.