El paso del tiempo es un misterio descrito por la física, pero aún oscuro para la vida del ser humano. No menos esquivos, excepto para los ingenieros relojeros, son los mecanismos de las máquinas que miden horas, minutos y segundos. El resultado, en ocasiones, resulta indescifrable incluso para el ojo humano. Como ocurre con el Mystery Clock de Stenzhorn, una casa de alta joyería alemana, que también incursiona en la alta relojería. La peculiaridad de este reloj reside en su esfera transparente sin aguja central. La indicación de las horas y los minutos es misteriosa. Evidentemente, no está destinado a medir el rendimiento en una competición deportiva: el reloj es ante todo un ejercicio de sofisticada ingeniería orfebre.
Marcando el paso del tiempo hay un diamante flotante en forma de pera de 1,5 quilates, que reemplaza la mano tradicional. El diamante gira para indicar las horas, mientras que exquisitas amatistas marcan las posiciones de las 12 horas en el bisel. La visualización de los minutos garantiza una medición precisa del tiempo, y la manecilla vuelve a cero después de que hayan pasado 60 minutos. Sobre el bisel, la indicación de día y de noche muestra alternativamente la salida y la puesta del sol y la luna, perfectamente sincronizadas con la indicación de la hora.
Este extraordinario reloj de mesa es testimonio de un arte relojero sin precedentes que traspasa los límites de la física relojera. Elaborada a partir de pilares de cristal de roca excepcionalmente raros y engastada sobre una base de cristal de roca, esta exquisita pieza está meticulosamente adornada con 23,78 quilates de diamantes, lapislázuli, piedra lunar y elementos de oro de 18k, todos elegantemente revestidos de titanio. Con un peso aproximado de 5 kilogramos, esta obra maestra se maneja mediante un único botón ubicado discretamente en la parte posterior, lo que garantiza un manejo sencillo sin comprometer la estética.
Un ejercicio similar de estilo y técnica es el colgante que sigue la misma técnica, pero que se puede llevar como una joya. En este caso el diamante que se mueve como las agujas del reloj tiene forma redonda, mientras que las horas se indican con pequeñas esmeraldas dentro de un pavé de diamantes que delimita la esfera. El colgante también utiliza piedras semipreciosas como amatista, quiroprasa, ónix y pequeñas perlas para formar una borla que le da al reloj-joya una apariencia más estilizada.
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