Historia y poder de un anillo: el que tiene un diamante de 10,47 quilates que perteneció a Grace Kelly, la actriz estadounidense que se convirtió en Princesa de Mónaco, tras su compromiso con el Príncipe de Mónaco, Rainiero (cuyo nombre completo en francés es Rainier Louis Henri Maxence Bertrand). En 1956, para conmover el corazón de la etérea estrella de Hollywood, que se encontraba en la cima de su carrera en ese momento, el príncipe movió cielo y tierra para encontrar una piedra preciosa que pudiera impresionarla. El príncipe, de hecho, ya le había regalado a Grace un anillo estilo eternidad de Cartier con diamantes rubí. Agradable, pero tal vez no genial.
El resultado de la investigación fue el diamante montado sobre platino, de talla esmeralda, en el anillo, que una vez aceptado se convirtió en la señal del compromiso. Junto a la piedra principal tiene otros dos diamantes de talla baguette de menor tamaño. Es una piedra especial, porque en una esmeralda sólo se pueden tallar diamantes perfectamente libres de impurezas: una forma con sólo 49-50 facetas permite ver más fácilmente cualquier inclusión o impureza. En comparación, la talla brillante, que tiene 58 facetas, oculta mejor los defectos.
Corría 1956 cuando el príncipe Rainiero III propuso su tercer encuentro a Grace y, de la mano de Cartier, conquistó a la actriz. De hecho, a Grace Kelly le debió gustar mucho el anillo, tanto que decidió usarlo en el set de su última película, Alta sociedad, antes de convertirse en Princesa de Mónaco. Puedes verlo en estas imágenes, donde actúa junto a Frank Sinatra.
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