Vuelve el broche Magnolia de Buccellati, un éxito de ventas sobre todo en los países del Este. De hecho, los broches florales siempre han sido parte integral del proceso creativo de la Maison desde el principio, demostrando que la naturaleza es una gran fuente de inspiración para todas las generaciones de diseñadores de Buccellati. El broche Magnolia, originalmente en oro amarillo, hizo su debut en la gama de joyas de Buccellati durante la década de 1980, cuando Gianmaria Buccellati diseñó un conjunto Magnolia entre las creaciones destinadas al centro comercial Wako en Tokio, Japón. Tuvo tal éxito que, en la década de 1990, el diseñador presentó una nueva interpretación de esta flor, con pétalos de oro blanco y pistilos de oro amarillo, utilizados para crear broches y pendientes a juego.
Desde 2002, el broche se ha embellecido aún más con la adición de diamantes en los pistilos centrales de la flor y en 2004, se crearon variaciones en oro blanco o amarillo con una perla central o piedras preciosas. Después de Magnolia, la serie se ha enriquecido aún más con nuevos broches con un diseño floral: desde el clavel, el loto y el frangipani, pasando por el girasol y el narciso, hasta las más delicadas anémonas y clemátides, todos realizados con las técnicas de grabado rayado y segrinato y embellecidos con diamantes, perlas y piedras de colores.
El hilo conductor que une los broches Magnolia, desde los más antiguos hasta los que se producen hoy en día, es el grabado segrinato, que confiere a los pétalos una textura más suave. Se obtiene estrictamente a mano, grabando líneas superpuestas en diferentes direcciones, no predeterminadas, para que los pétalos parezcan reales, suaves, movidos por el viento. Desde los años 30 y 40, la técnica del segrinato se utilizó principalmente en objetos de plata, como cajas y jarrones. Sin embargo, en los veinte años siguientes, este tipo de grabado alcanzó su máximo valor en los objetos de orfebrería, ya que se consideró ideal para dar movimiento a hojas, flores y frutos que componían pulseras o broches, dando así una representación muy realista del mundo natural.
Recientemente adquirida, la rara pulsera de hoja de oro amarillo, diseñada por Mario Buccellati y hecha a mano en la década de 1950, representa el culmen del desarrollo de esta técnica. Fue precisamente en este período cuando el fundador de la Maison mejoró aún más las refinadas técnicas de grabado y captó el potencial del segrinato para reproducir lo mejor posible la superficie de los elementos naturales, como las hojas. Una serie de documentos encontrados en el Archivo, incluido un recorte de un famoso periódico estadounidense, celebra esta intuición, subrayando el efecto opaco del segrinato y la singularidad de esta pulsera hecha a mano en Italia, hoy admirable en la histórica colección Buccellati. Y es una técnica que la Maison todavía utiliza para diversos detalles y que los artesanos transmiten diligentemente de padre a hijo, en un pasaje de conocimiento y habilidad, esencial para mantener la excelencia.
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