Hoy ya no basta con crear hermosas joyas. También deben ser buenos, justos, éticos, sostenibles, ecológicos, inspirados en los mejores sentimientos. Todas las intenciones perfectamente interpretadas por Sophie Joanne, una marca holandesa que lleva el nombre de su fundadora. Después de una carrera como directora creativa en la industria de la moda, Sophie Joanne eligió la joyería para expresar dos pasiones: las flores y el arte. La producción de pintores como Henry Matisse o Andy Wharol va acompañada de una cuidadosa y escrupulosa atención al impacto social de la joyería.
Quizás ella también porque ella, como diseñadora autodidacta, comenzó a producir sus joyas con la ayuda de orfebres indios. Otro aspecto que cuida mucho la marca es la transparencia, que no suele utilizarse demasiado en la industria de la joyería: las principales marcas, explica Sophie Joanne, aplican una diferencia de precio entre coste y venta de ocho a diez veces. El diseñador trata de mantener los márgenes más bajos y los precios claros, con un desglose completo del precio minorista de cada artículo. Y es casi obvio que las joyas están hechas de oro 100 % reciclado, rescatado de otras joyas. Además del oro de 14 quilates y las piedras semipreciosas talladas en forma de flor, la marca utiliza una técnica de esmaltado persa traída a la India a principios del siglo XVII, Meenakari, hecha en Jaipur.