La danza de las piedras impulsa la fantasía de Pamela Huizenga: piezas únicas con gemas en el centro de su creatividad.
A los 16 años, en Florida, Pamela Huizenga ya había demostrado su pasión por las piedras. Los minerales se recogieron, siempre y cuando un poco brillante, y trajo a casa. No sospechaba, sin embargo, que después de unos años se convertiría en un conocido y apreciado diseñador. En realidad hay una pausa en su historia: después de estudiar el corte de piedras y los secretos de un artesano obsequiado en Carolina del Norte, se casó y tuvo tres hijos.
Pero la pasión por las piedras ha prevalecido. El inicio de la conversión al diseñador de joyas fue un poco casual, con la compra de un ópalo etíope en eBay. Fue en 2009. De esta piedra comenzó el camino que se ha convertido en un profesional de la joyería, que sólo crea piezas únicas. Sus creaciones se realizan entre Florida, Nueva York y Bali, donde trabajan una mujer artesana especializada en el procesamiento de piezas de plata. No hace falta decir que el centro de sus joyas incluye especialmente piedras, especialmente aquellas que tienen algo especial: turquesa, jade, opales de diferentes tipos (etíope o mexicano), pero también fósiles y madera petrificada son los elementos básicos sobre los que se ejerce la fantasía de Pamela. Los precios de sus joyas empiezan en unos $ 4.000.