India es el paraíso del oro. Hay mujeres, en el gran país asiático, que se cubren de joyas hasta el punto de llevar consigo onzas de metal. Un verdadero esfuerzo. Los agricultores ahorran sus ahorros para comprar las joyas más llamativas. Incluso hay quienes compran anillos de oro para usarlos como puños americanos o magnates que ofrecen oro a los templos hindúes para equilibrar su comportamiento casual en los negocios. En 2011, India importó más oro que cualquier otro país del mundo: alrededor de 1.000 toneladas, una quinta parte del suministro anual mundial. Es la misma cantidad que se encuentra en el sótano del banco central suizo.
Los indios siempre se han sentido atraídos por las joyas creadas con el metal amarillo. Pero comprar en esta proporción es un fenómeno reciente. India consumió sólo 65 toneladas de oro en 1982. Y hasta 1990, las importaciones estaban prácticamente prohibidas. El oro tenía que ser contrabandeado y su precio en la India era aproximadamente un 50% más alto que en el extranjero. El comprador típico era un granjero pobre del sur, para quien el oro era una moneda antigua que debía mantenerse escondida en tiempos difíciles. Pero la desregulación ha provocado una explosión en las compras. Hoy en día, los lingotes los compran gente rica, inversores y especuladores. Y la mayor parte del oro entra a la India legalmente, a través de los bancos.