Arte, artesanía, orfebrería. Tres palabras que corren una tras otra y, por momentos, confluyen en el trabajo de alguien que no persigue modas, sino una idea. Como en el caso de Corrado De Meo, un artista y joyero fuera de la caja, que vive y trabaja en Livorno (Italia). Incluso su carrera profesional no sigue los patrones habituales: se licenció en sociología, luego viajó por todo el mundo y descubrió la fascinación de las culturas étnicas. Hasta 2005, cuando una exposición de joyería en el Palazzo Medici Riccardi, en Florencia, en la que participa, marca el punto de inflexión: decide crear obras de joyería.
Con el tiempo, sus esculturas de arte contemporáneo transformadas en broches y anillos han participado en diversas exposiciones. El Museo degli Argenti del Palazzo Pitti de Florencia, en la colección permanente, alberga una de sus obras. De Meo también participó en la Bienal Internacional de Arte de Joyería de Beijing en China y en el proyecto Dialoghi / Dialogues AGC-JJDA en Tokio. Utiliza los materiales más diversos, desde la plata hasta el poliestireno, desde las perlas hasta la madera. Por supuesto, no son joyas comunes para usar, pero tal vez para ser observadas.
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