Produce unas 3.000 bisutería al año: grandes, coloridas, caprichosas y vendidas en todo el mundo. Es la actividad de Thot Gioielli, una empresa de Chiuduno, un pueblo cercano a Bérgamo (Italia). En una docena de años, la fundadora, Susanna Lissignoli, ha llevado a la marca a una posición sólida en el mercado de la bisutería de diseño. El diseñador compró antiguas filigranas de latón en París y las llevó a la Toscana, cerca de Arezzo, para un proceso que luego completó en Milán, donde tuvo lugar el engaste con cuentas de vidrio, pedrería, resinas o esferas de latón. No solo eso: también utiliza bijoux vintage que se reelaboran y se convierten en piezas casi únicas, a menudo de grandes dimensiones.
La autobiografía describe a la empresaria como hija de un coleccionista de joyas antiguas, quien desde temprana edad cultivó la atracción por las piedras y los metales, la pasión por los viajes, el arte y los estudios de moda. Otra pasión es la historia, que también inspira la creación de bijoux. ¿Y el nombre de la marca? Está inspirado en Thot, divinidad egipcia que transforma el plomo en oro y se representa con un tocado redondo que metafóricamente representa el anillo, el objeto precioso, pero al mismo tiempo la circularidad del anillo representa la fe. Thot, según el diseñador, metafóricamente quiere unir varias religiones, Oriente con Occidente.